viernes, 28 de diciembre de 2012

Retrospectiva de la añoranza

No siempre podemos llegar a entendernos cómo queremos. En numerosas ocasiones debemos respetar los diferentes puntos de vista de las personas y no pretender que piensen del modo en que nosotros esperamos. Mi frase de la juventud era "no esperes que la gente reaccione del modo en que tú quisieras que lo hiciera".

Recuerdo que recién cumplida mi mayoría de edad, decidí irme a estudiar periodismo en Sevilla. A simple vista puede parecer algo normal, pero lo curioso es que soy de Gijón. Aunque parezca una idea descabellada, es una decisión que tomé y un punto de vista. Respetable como cualquier otra, pues para unos padres, resulta por el estilo tener al hijo fuera que tenerlo en casa. El gasto es parecido, porque lo que se ahorra en alquiler, se lo acabaría gastando en cualquier capricho tonto y al final acaba criando unos hijos 'refalfiaos'. Pero marchando fuera se aprende a valorar lo que cuesta el dinero...

Sevilla es una ciudad provinciana. Pero me gusta. Porque me siento bien, porque es sencilla, canalla, ilusa, ingenua, pija, cani, mariana, alternativa, retrógrada, cosmopolita, antigua, nueva, retrógada, liberal, e incluso auténtica. Me gusta salir a la calle y respirar el aire de la libertad. Sentir que mis sueños cada día se pueden hacer realidad. Me despierto cada día pensando en que una nueva oportunidad puede pasar ante mis ojos. Que si tomo la decisión inadecuada tendré que aprender de mis errores y que todo puede suceder...

Pues aquí me tienen, tras ocho años en Sevilla, he intentado rehacer mi vida en el norte y siento que me falta algo. Sin embargo, en apariencia, lo tengo todo: mi casa, mi coche, mi gato, mi familia, mi bici, mis patines, mis pistas de esquí al lado, mi montaña, mi Canseco querido, mi playa de La Ñora, mis paisajes....pero me sigue faltando algo. Eso que nadie entiende, porque quien no lo vive, es como si no sirviera de nada.. Me refiero a los amigos, a esa juventud que ha ido creciendo a medida que me iba haciendo mayor..y que está a mi lado, muy lejos de lo que he conseguido nadie hasta ahora en tierras asturianas.

Para la gente que cada tarde tiene con quien irse a tomar un café o ir a dar un paseo junto a la orilla del mar, a mí,  la mayoría de las veces me ha tocado ir junto a mi música y mis patines o mi bicicleta. Gijón es el lugar ideal, es como un paraíso, es mi ciudad de destino, porque me gusta y la siento. Pero necesito desconectar por un tiempo, tampoco demasiado largo. Porque qué bonito sería Gijón con mi gente, que endulza ese día a día, cómo me gustaría pasar las tardes con María, Fran, Manu, o Carlos y Adri merendando en el Monte Deva, o yendo juntos a la playa de San Lorenzo, o pasar el fin de semana en Canseco haciendo una barbacoa, o haciendo senderismo por Rioseco....

Después, para otras personas, lo único que existe en la vida es TRABAJAR. Y no dudo que sea lo más importante, pero, y mi vida, ¿se basa tan sólo en eso? Hago un balance de mi vida en Asturias y teniendo en cuenta que llegué un día de Andalucía de 2010, repasando puedo decir que marzo, abril,  mayo y junio me los pasé montando el piso, mientras cobraba mi subsidio de desempleo. Julio, agosto y septiembre me los pasé haciendo un 'máster' de 500 horas que aún pongo en duda su utilidad. Octubre, noviembre y diciembre, trabajando como autónomo para el diario El Comercio y RNE, época en la que tuve que adelantar el dinero para gasolina y móvil, y que por ello aún tengo un pufo considerable por el préstamo que tuve que pedir a mis tios. 

El 2011 empezó muy negro, a pesar de no ser el año del chapapote. Enero, febrero, marzo y abril en el paro, con una mano delante y otra detrás.... hasta que en mayo me contrataron en el IDEPA para trabajar nuevamente de periodista. La alegría podía durar hasta dos años, pero basta decir que con eso de los recortes, los cambios políticos y también alguna mano negra de esas que están puestas a dedo en nuestra administración pública, al finalizar 2011 no me renovaron el contrato y me fui de nuevo al paro.

El 2012  no ha sido mejor, me atrevo a decir que ha sido, sin duda, el peor año de mi vida, pues desde que terminé la carrera, es el primer año que no ejerzo como periodista. Eso es una frustración muy grande que siente hoy en día el 90 por ciento de los periodistas de este país. Aún así, según dijo ayer Rajoy, debemos tener 'solidaridad'...

La cuesta de enero no fue tal porque había cobrado mi última nómina, y aún no era consciente de lo que me esperaba. Pero todo se veía tan negro.... Por aquel entonces, la que había sido mi gran amiga Zulema, que llevábamos 2 años sin tomar contacto, me propuso que me fuera a Madrid un fin de semana para estar con ella. Cabe decir que la capital nunca fue santo de mi devoción, y que sigue sin serlo, pero sin embargo pensé que allí podría comerme el mundo.

Obviamente no fue así, y lo que me comí fueron los mocos, pero fin de semana, se acabó alargando en casi seis meses, de los cuales, casi dos me los pasé de búsqueda activa de empleo hasta que me salió lo de Movistar. Cuatro meses en la empresa Complutel, distribuidor oficial (con los que quedé muy contento y ellos conmigo), y una  puerta que se me abrió, para poder volver a Asturias, era lo que más deseaba.

La oferta la acepté encantado, aunque lo aspectos pactados con este distribuidor, llamado Comm Center, fue cambiando sus matices y derivando en un infierno, con un sueldo paupérrimo y más de 12 horas diarias fuera de mi casa durante tres meses, trabajando por distintos sitios de Asturias como Piedras Blancas, Oviedo, La Felguera e incluso Torrelavega en Cantabria. Eso sí, Gijón ni lo pisé.

De pronto se atascó el carro. Y vaya si lo hizo, porque llegó un punto en el que dije que no podía más y estuve de baja hasta noviembre, con ansiedad depresiva. Sin vida, pero con trabajo. Tras hablar incluso con una psicóloga volvió a mi mente el recuerdo de Sevilla, que jamás consiguió borrarse. Por ello, decidí tomar la decisión de volver nuevamente a la capital hispalense, sin marcarme fechas ni objetivos concretos, pues cuando estuve en Madrid tampoco lo hice, y sólo fueron 6 meses. No digo que Sevilla vaya a ser mi ciudad, porque ya lo es Gijón, pero "a veces necesitamos un poco de sur para poder ver el norte".

Lo curioso de todo esto es que al irme me he vuelto a encontar con las mismas barreras de hace 11 años, a diferencia de que ya casi estoy en la década de los treinta. Incomprensión, enfados, reproches, y el tema del dinero, que tanto preocupa. Sin embargo, haciendo nuevamente el balance de mis 3 años en Asturias, he estado en el paro y sin recibir ningín tipo de prestación un total de 4 meses.    

Me sigue doliento ser considerado siempre como el vago, el que no hace nada, el que siente que los demás siempre son más listos y lo hacen todo mejor, el que comparado con las hijas de un profesor del instituto es una calamidad, o el que cuando quiere hacer algo, el comentario es que está loco, porque sólo dice tonterías, o que debería hacer esto o lo otro...

Llámenlo si quieren una actitud infantil, pero cuando uno no deja de moverse para buscar aquí y allí, y ya no es el recibir o no la aprobación de nadie, pero sólo recibes desalientos por el tema económico, con lo que haces, con ese "ya verás, ya verás"... esa falta de confianza constante de aquellos que nunca miraron más allá de lo que era lo correcto y no arriesgaron más que lo que en su día se les impuso. Que accedieron a un puesto fijo cuando las oposiciones eran tales, y no una lotería que toca menos que la de Navidad (que a mi nunca me ha tocado en casi 30 años).

Pero los sentimientos son más profundos. Hace años escuché a mi maestra de Reiki, que me hizo una sesión y me dijo que constantemente me pasaba la vida intentando demostrar cosas a quienes me rodean para contar con su aprobación. Ese esfuerzo INÚTIL me agota, me desanima y me desmoraliza.  Cada vez que intento tomar la decisión de buscar una alternativa, intento demostrar que puedo hacerlo, y es para nada, porque me desalentan,  me ponen trabas, casi siempre económicas.  Se trata de echar abajo cualquier proyecto, idea, ilusión, tachándolas de chorradas.

No pido que me entienda nadie, ni siquiera que compartan la idea, dado que esa idea es mía. No quiero que me impongan las de los demás. Sólo pido respeto y quiero un apoyo incondicional por el simple hecho de tener algo que se llama INICIATIVA.
                                                                                                                                                                                                                                   



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