martes, 16 de octubre de 2012

Una puerta abierta a mi niñez

A veces escuchamos canciones que nos hacen acordarnos de momentos de nuestra vida, que han quedado atrás, cual puerta cerrada de pronto se abre. Hace muchos años, en el 93 creo recordar, se estrenó la película Corazón Indomable, cuya banda sonora era el tema de Wicked Game. Cada vez que lo escucho, se me erizan los pelos de los brazos y siento que me teletransporto a ese momento, vuelvo a ser niño, en esas tardes de noviembre del 94... a ese despertar de una infancia hacia la preadolescencia. Apenas 11 años recién cumplidos. 

Creo que tengo algunas lagunas mentales sobre esos años, pero sí recuerdo momentos muy concretos, en mi habitación dibujando o incluso empezando a escribir cosas bonitas o reflexiones sobre la vida. Quería cambiar el mundo con mis pensamientos o algo así, debía de creerme que el mundo giraba en torno a aquella manera de pensar. Por desgracia, ya no pienso así, y digo por desgracia, porque quizá si nos mentalizamos en que lo vamos a conseguir, al final lo acabamos haciendo.

Una vez, en ese año, tenía que dibujar un oso, y al final su cara era igual que la de mi padre, y no lo digo con ánimo de ofender, pero tenía los rasgos de mi padre, esa expresión que ponía a veces, cuando no se entera de lo que le estás hablando. Quizá sea una interpretación muy personal, pero la recuerdo tan nítida, como aquellas largas tardes de noviembre, en las que era de noche todo el día, porque al salir del colegio, ya estaba anocheciendo.

Tengo momentos de mi adolescencia en los que por la mañana, al ir a clase, me daba mucha pena que mi madre se fuera a trabajar y pensar que ya no la vería hasta por la noche. De pequeño era algo normal, aunque tenía a mis abuelos, con los que pasaba el mediodía, pero después, sentía tristeza porque el día no pasaba, y la echaba de menos. Levantarse y tener que ir al instituto...quizá estudiar no era lo más agradable del mundo...aunque ahora, cuánto lo echo de menos!!

Por eso, que muchas veces haciendo retrospectiva, no soy capaz a palpar lo que era yo hace años, qué hacía, cómo pasaba el día, y sobre todo... al irme a Sevilla, esos 8 años crearon una cortina de humo tan gruesa, que no soy capaz de ver tras de ella. Por eso, al escuchar este tipo de canciones, que me traen recuerdos de la infancia, me alegra saber que la tuve, y que aún puedo viajar hacia ella de vez en cuando.

Me despido con esta canción, para que tú puedas sentirte igual de niño que yo, cuando la escuches, o al menos que puedas percibir las sensaciones de mi niñez:

2 comentarios:

  1. A veces nos sorprende que lo único que nos cuenta ella sean sus recuerdos de la infancia, los paseos por Sevilla, su mamá Antonia que era como llamaba a su abuela, quien le inculcó el hábito por la lectura. Sin embargo, es incapaz de recordar lo que le ha sucedido hace cinco minutos. Los recuerdos de la infancia parecen los más frágiles, pero, sin embargo resurgen con una enorme vitalidad al final de nuestra vida.
    Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, escribía Antonio Machado cuando ya era un hombre de edad madura.
    Respecto a mi infancia, mis recuerdos son tan débiles en estos momentos. veo una cocina donde mi madre me daba el colacao en un vaso de duralex, y un bocadillo, curiosamente, tal vez en un futuro ese recuerdo ocultará que en el año 2011-2012 gritábamos:"No hay pan para tanto chorizo" y que vivíamos inmersos en la desolación, que yo intentaba mantener la calma entre tantos recortes y sólo recordaré los recortables de mi hermana pequeña, a esa hermana que tal vez le hayan asesinado todos sus recuerdos excepto el de aquellos vestidos que tan amorosamente ponía a sus muñecas de papel

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  2. Una vez leí en alguna parte,que siempre seremos los mismos añadiendo experiencias,las cuales van moldeando nuestro carácter y oersonalidad,osea que eres ese mismo niño ya crecido que sumo a su vida,su adolescencia,su adultez y algún dia en su vejez...verás que no eras tan diferente a aquel niño,un besazo y recuerda que te quiero por lo especial que eres

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